- Hemos llegado al final de la preparación de la CONSAGRACIÓN.
- San Luis María, nos indica el camino a seguir posteriormente.
- Vía zoom nos vemos personalmente, para los comentarios del caso.
- Ha sido un gusto enorme, compartir este tiempo con vosotras!!...
- Siempre muy unidas en cada santa misa, la antesala del Cielo!!...
- Leer detenidamente el TRATADO.
- Utilizar los Pdf enviados, ayudan mucho.
- Escuchar y meditar esta play list : SECUENCIA. PENTECOSTÉS
TRATADO :
- "Al menos en cada aniversario, renovarán dicha consagración,
- observando las mismas prácticas durante tres semanas.
- Todos los meses y aun todos los días pueden renovar su entrega con estas pocas palabras: ¡Soy todo tuyo y cuanto tengo es tuyo, oh mi amable Jesús, por María, tu Madre Santísima!".
- "Rezarán todos los días de su vida, aunque sin considerarlo como obligación, la Coronilla de la Santísima Virgen, compuesta por tres Padrenuestros y doce Avemarías para honrar los doce privilegios y grandezas de la Santísima Virgen. Esta práctica es muy antigua y tiene su fundamento en la Sagrada Escritura. San Juan vio una mujer coronada de doce estrellas, vestida de sol y con la luna bajo sus pies (Apoc. 12, 1). Esta mujer, según los intérpretes, es María. Sería demasiado enumerar las muchas maneras que hay de rezarla bien. El Espíritu Santo se las enseñará a quienes sean más fieles a esta devoción. Para recitarla con mayor sencillez será conveniente empezar así: Dígnate aceptar mis alabanzas, Virgen Santísima. dame fuerzas contra tus enemigos.
- En seguida rezarás el
- - Credo,
- - un Padrenuestro,
- - cuatro Avemarías
- - y un Gloria,
- - todo ello tres veces.
- Al fin dirás: - Bajo tu amparo...
- Llevar cadenillas de hierro
(Tercera práctica. Es muy laudable, glorioso y útil para quienes se consagran como esclavos de Jesús en María, llevar como señal de su esclavitud de amor, alguna cadenilla de hierro bendecida oportunamente. Estas señales exteriores no son, en verdad, esenciales y bien pueden suprimirse, aun después de haber abrazado esta devoción. Sin embargo, no puedo menos de alabar en gran manera a quienes, una vez sacudidas las cadenas vergonzosas de la esclavitud del demonio, con el pecado original y tal vez los pecados actuales los tenían atados, se han sometido voluntariamente a la esclavitud de Jesucristo y se glorían con san Pablo de estar encadenados por Jesucristo (cfr. Ef. 3, 1; Flm. 9), con cadenas mil veces más gloriosas y preciosas, aunque sean de hierro y sin brillo, que todos los collares de hierro de los emperadores.
En otro tiempo no había nada más infame que la cruz. Ahora este madero es lo más glorioso del cristianismo. Lo mismo decimos de los hierros de la esclavitud. Nada había entre los antiguos más ignominioso ni lo hay ahora entre los paganos. Pero entre los cristianos no hay nada más ilustre que estas cadenas de Jesucristo, porque ellas nos liberan y preservan de las prisiones infames del pecado y del demonio, nos ponen en libertad y nos ligan a Jesús y a María, no por violencia y a la fuerza como a presidiarios, sino por caridad y amor, como a hijos: Los atraeré a mí, dice el Señor por la boca de su profeta, con cadenas de amor (Os. 11, 4). Estas cadenas son, por consiguiente, fuertes como la muerte (Cant. 8, 6) y, en cierto modo, más fuertes aún para aquellos para quienes sean fieles en llevar hasta la muerte estas señales gloriosas. Efectivamente, aunque la muerte destruya el cuerpo reduciéndolo a podredumbre, no destruirá las ligaduras de esta esclavitud, que, siendo de hierro, no se corrompen fácilmente y en la resurrección de los cuerpos en el gran juicio del último día, estas cadenas que todavía rodearán sus huesos, constituirán parte de su gloria y se transformarán en cadenas de luz y de triunfo. ¡Dichosos, pues, mil veces los esclavos ilustres de Jesús en María, que llevan sus cadenas hasta el sepulcro!
Éstas son las razones para llevar estas cadenillas:
1º) Para recordar al cristiano los votos y promesas del Bautismo, la renovación perfecta que hizo de ellos por esta devoción y la estrecha obligación que ha contraído de permanecer fiel a ellos. Dado que el hombre, acostumbrado a gobernarse más por los sentidos que la fe pura, olvida fácilmente sus obligaciones para con Dios, si no tiene algún objeto exterior que se las recuerde, estas cadenillas sirven admirablemente al cristiano para traerle a la memoria las cadenas del pecado y de la esclavitud del demonio, de las cuales los libró el Bautismo, y de la servidumbre que en el santo Bautismo prometió a Jesucristo y ratificó por la renovación de sus votos. Y una de las razones que explican por qué tan pocos cristianos piensan en los votos del Bautismo y viven un libertinaje propio de paganos, como si a nada se hubieran comprometido con Dios, es que no llevan ninguna señal exterior que les recuerde todo esto.
2º) Para mostrar que no nos avergonzamos de la esclavitud y servidumbre de Jesucristo y que renunciamos a la esclavitud funesta del mundo, del pecado y del demonio.
3º) Para liberarnos y preservarnos de las cadenas del pecado y del infierno. Porque es preciso que llevemos las cadenas de la iniquidad o las del amor y la salvación.
¡Hermano carísimo! Rompamos las cadenas de los pecados y de los pecadores, del mundo y de los mundanos, del demonio y de sus secuaces. Arrojemos lejos de nosotros su yugo funesto (Sal. 2, 3). Introduzcamos nuestros pies, por usar el lenguaje del Espíritu Santo, en los grillos gloriosos de Jesucristo; tendamos nuestro cuello a sus cadenas (Ecli. 6, 24). Inclinemos nuestros hombros y tomemos a cuestas la Sabiduría, que es Jesucristo: Encorva tu espalda y cárgala, no te rebeles contra sus cadenas (Ecli. 6, 26). Toma nota de que el Espíritu Santo, antes de pronunciar estas palabras, prepara al alma a fin de que no rechace tan importante consejo, diciendo: Acepta mi sentencia y no rechaces mi consejo (Ecli. 6, 23).
No lleves a mal, amigo mío, que me una al Espíritu Santo para darte el mismo consejo: Sus cadenas son cintas preciosas (Ecli. 6, 31). Como Jesucristo en la cruz debe atraerlo todo hacia sí (Jn. 12, 32) de grado o por fuerza, atraerá a los réprobos con las cadenas de sus pecados para encadenarlos, a manera de presidiarios y demonios, a su ira eterna y a su justicia vengadora; mientras atraerá, particularmente en estos últimos tiempos, a los predestinados, con las cadenas del amor: Todo lo atraeré a mí (Jn. 12, 32): Los atraeré con cadenas de amor (Os. 11, 4).
Estos esclavos de amor de Jesucristo, o encadenados de Jesucristo (cfr. Ef. 3, 1), pueden llevar sus cadenas al cuello, en los brazos, en la cintura o en los pies).
#2. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (12 días previos)
#3. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (1ª Semana)
#4. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (2ª Semana)
#5. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (3ª Semana)
#6. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (Conclusión)
#7. CONSAGRACIÓN a MARÍA. Preparación. Luis María Grignion de Montfort (Para siempre...)
"Soy todo tuyo,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario