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lunes, 31 de mayo de 2021

1. El SACRAMENTO de la CARIDAD. (SACRAMENTUM CARITATIS). Benedícto XVI



Queridos hermanos,
Cuando estemos en el Cielo, ya no tendremos la necesidad de la Eucaristía, pues veremos a Cristo tal y cómo es!!...
Veremos al Padre, conoceremos de otra forma la Presencia del Santo Espíritu de Dios...

Pero, por el momento nos encontramos aquí en nuestro amado mundo impregnado de una historia santa y pecadora, de una historia de amor y de una historia de violencia, de políticas expansionistas bélicas... que tanta pobreza han generado a lo largo de las distintas generaciones humanas...

Sin ambargo, nuestra humanidad subsiste y ha podido sobrevivir en el amor, un algo que los empujaba a ser solidarios, a buscar el bien común...aunque hayan sido minorías...
Esa minoría ha sido el fermento a lo largo de las distintas épocas de la historia...

Jesucristo, un día previo a su muerte...quiso tener una Última Cena con sus apóstoles...Él sabía muy bien que nos dejaba en un mundo muy árido, por ello, nos dice que debemos de comer y beber, de su cuerpo y de su sangre para tener Vida Eterna, para poder mantenernos en el bien, en este mundo. Y nos dice que reza por nosotros para que sepamos mantenernos en la unidad, en Él...

Veamos las citas bíblicas :




Mateo 26 :
26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo».
27 Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella,
28 porque esta es mi Sangre,
la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
29 Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre».



Juan 17 :
5 Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
6 Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
8 porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
10 Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
11 Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
12 Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
13 Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
14 Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
19 Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
20 No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
21 Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
23 –yo en ellos y tú en mí– para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
24 Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.
26 Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos».



PARA CONCLUIR ...
Queridos hermanos, sólo su Cuerpo nos sotendrá en esta vida...
y cómo dice la fórmula del rito del matrimonio :
en lo favorable y en lo adverso...
en la salud y en la enfermedad...
hasta que la muerte nos separe...
¡Nuestras almas deben esperar al Esposo!!! (Jesús es el Esposo de cada una de nuestras almas)...
Adoremos y comamos de su sacratísimo Cuerpo...hasta cuándo Él venga a recogernos, es decir cuándo hayamos cumplido nuestra misión en este mundo controversial y sencillamente hermoso!!!...



Entonces, he elegido un documento pontificio muy interesante que les ayudará a comprender y vivir mejor el SACRAMENTO DEL AMOR, y precisamente, así se titula...

El Santo Espíritu de Dios insufle sobre cada uno de ustedes de tal forma que descubran día a día el gran amor que Dios nos tiene!!!...
Bella y santa lectura en honor del CORPUS DOMINI (Cuerpo del Señor)!!!...








EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL
SACRAMENTUM CARITATIS

DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI

AL EPISCOPADO, AL CLERO,
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A LOS FIELES LAICOS

SOBRE LA EUCARISTÍA
FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA
Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA








INTRODUCCIÓN

1.Sacramento de la caridad[1], la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. 




En este admirable Sacramento se manifiesta el amor « más grande », aquel que impulsa a « dar la vida por los propios amigos » (cf. Jn 15,13). 



En efecto, Jesús « los amó hasta el extremo » (Jn 13,1). Con esta expresión, el evangelista presenta el gesto de infinita humildad de Jesús: antes de morir por nosotros en la cruz, ciñéndose una toalla, lava los pies a sus discípulos. 




Del mismo modo, en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos « hasta el extremo », hasta el don de su cuerpo y de su sangre. 




¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! 



¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!





Alimento de la verdad

2. En el Sacramento del altar, el Señor viene al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27), acompañándole en su camino. 





En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8,36), Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.




 San Agustín, con un penetrante conocimiento de la realidad humana, puso de relieve cómo el hombre se mueve espontáneamente, y no por coacción, cuando se encuentra ante algo que lo atrae y le despierta el deseo. 




Así pues, al preguntarse sobre lo que puede mover al hombre por encima de todo y en lo más íntimo, el santo obispo exclama: « ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad? »[2]. 





En efecto, todo hombre lleva en sí mismo el deseo indeleble de la verdad última y definitiva. 


Por eso, el Señor Jesús, « el camino, la verdad y la vida » (Jn 14,6), se dirige al corazón anhelante del hombre, que se siente peregrino y sediento, al corazón que suspira por la fuente de la vida, al corazón que mendiga la Verdad. 




En efecto, Jesucristo es la Verdad en Persona, que atrae el mundo hacia sí. « Jesús es la estrella polar de la libertad humana: sin él pierde su orientación, puesto que sin el conocimiento de la verdad, la libertad se desnaturaliza, se aísla y se reduce a arbitrio estéril. 



Con él, la libertad se reencuentra »[3]. 



En particular, Jesús nos enseña en el sacramento de la Eucaristía la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios. 





Ésta es la verdad evangélica que interesa a cada hombre y a todo el hombre. Por eso la Iglesia, cuyo centro vital es la Eucaristía, se compromete constantemente a anunciar a todos, « a tiempo y a destiempo » (2 Tm 4,2) que Dios es amor[4]. 



Precisamente porque Cristo se ha hecho por nosotros alimento de la Verdad, la Iglesia se dirige al hombre, invitándolo a acoger libremente el don de Dios.







Desarrollo del rito eucarístico

3. Al observar la historia bimilenaria de la Iglesia de Dios, guiada por la sabia acción del Espíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo las formas rituales con que conmemoramos el acontecimiento de nuestra salvación. 




Desde las diversas modalidades de los primeros siglos, que resplandecen aún en los ritos de las antiguas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del rito romano; desde las indicaciones claras del Concilio de Trento y del Misal de san Pío V hasta la renovación litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II: en cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme. 





La XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada del 2 al 23 de octubre de 2005 en el Vaticano, ha manifestado un profundo agradecimiento a Dios por esta historia, reconociendo en ella la guía del Espíritu Santo. 




En particular, los Padres sinodales han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II[5]. 




El Sínodo de los Obispos ha tenido la posibilidad de valorar cómo ha sido su recepción después de la cumbre conciliar. Los juicios positivos han sido muy numerosos. Se han constatado también las dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo. 




En concreto, se trata de leer los cambios indicados por el Concilio dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas[6].








Sínodo de los Obispos y Año de la Eucaristía

4. Además, se ha de poner de relieve la relación del reciente Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía con lo ocurrido en los últimos años en la vida de la Iglesia. 



Ante todo, hemos de pensar en el Gran Jubileo de 2000, con el cual mi querido Predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, ha introducido la Iglesia en el tercer milenio cristiano. El Año Jubilar se ha caracterizado indudablemente por un fuerte sentido eucarístico. 





No se puede olvidar que el Sínodo de los Obispos ha estado precedido, y en cierto sentido también preparado, por el Año de la Eucaristía, establecido con gran amplitud de miras por Juan Pablo II para toda la Iglesia. 





Dicho Año, iniciado con el Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara (México), en octubre de 2004, se concluyó el 23 de octubre de 2005, al final de la XI Asamblea Sinodal, con la canonización de cinco Beatos que se han distinguido especialmente por la piedad eucarística: el Obispo Józef Bilczewski, 





los presbíteros Cayetano Catanoso, 





Segismundo Gorazdowski, 





Alberto Hurtado Cruchaga 





y el religioso capuchino Félix de Nicosia. 



Gracias a las enseñanzas expuestas por Juan Pablo II en la Carta apostólica Mane nobiscum Domine[7], y a las valiosas sugerencias de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos[8], las diócesis y las diversas entidades eclesiales han emprendido numerosas iniciativas para despertar y acrecentar en los creyentes la fe eucarística, para mejorar la dignidad de las celebraciones y promover la adoración eucarística, así como para animar una solidaridad efectiva que, partiendo de la Eucaristía, llegara a los pobres. 






Finalmente, es necesario mencionar la importancia de la última Encíclica de mi venerado Predecesor, Ecclesia de Eucharistia[9], con la que nos ha dejado una segura referencia magisterial sobre la doctrina eucarística y un último testimonio del lugar central que este divino Sacramento tenía en su vida.





Objeto de la presente Exhortación

5. Esta Exhortación apostólica postsinodal se propone retomar la riqueza multiforme de reflexiones y propuestas surgidas en la reciente Asamblea General del Sínodo de los Obispos —desde los Lineamenta hasta las Propositiones, incluyendo el Instrumentum laboris, las Relationes ante et post disceptationem, las intervenciones de los Padres sinodales, de los auditores y de los hermanos delegados—, con la intención de explicitar algunas líneas fundamentales de acción orientadas a suscitar en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la Eucaristía. 





Consciente del vasto patrimonio doctrinal y disciplinar acumulado a través de los siglos sobre este Sacramento[10], en el presente documento deseo sobre todo recomendar, teniendo en cuenta el voto de los Padres sinodales[11], que el pueblo cristiano profundice en la relación entre el Misterio eucarístico, el acto litúrgico y el nuevo culto espiritual que se deriva de la Eucaristía como sacramento de la caridad. 



En esta perspectiva, deseo relacionar la presente Exhortación con mi primera Carta encíclica Deus caritas est, en la que he hablado varias veces del sacramento de la Eucaristía para subrayar su relación con el amor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo: « el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí. 




Se entiende, pues, que el agapé se haya convertido también en un nombre de la Eucaristía: en ella el agapé de Dios nos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por nosotros »[12].



















FUENTE :






ÍNDICE

Introducción

Alimento de la verdad
Desarrollo del rito eucarístico
Sínodo de los Obispos y Año de la Eucaristía
Objeto de la presente Exhortación

PRIMERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER


La fe eucarística de la Iglesia

Santísima Trinidad y Eucaristía

El pan que baja del cielo
Don gratuito de la Santísima Trinidad

Eucaristía: Jesús, el verdadero Cordero inmolado

La nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero
Institución de la Eucaristía
Figura transit in veritatem

El Espíritu Santo y la Eucaristía

Jesús y el Espíritu Santo
Espíritu Santo y Celebración eucarística

Eucaristía e Iglesia

Eucaristía, principio causal de la Iglesia
Eucaristía y comunión eclesial

Eucaristía y Sacramentos

Sacramentalidad de la Iglesia

I. Eucaristía e iniciación cristiana

Eucaristía, plenitud de la iniciación cristiana
Orden de los sacramentos de la iniciación
Iniciación, comunidad eclesial y familia

II. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación

Su relación intrínseca
Algunas observaciones pastorales

III. Eucaristía y Unción de los enfermos

IV. Eucaristía y sacramento del Orden

In persona Christi capitis
Eucaristía y celibato sacerdotal
Escasez de clero y pastoral vocacional
Gratitud y esperanza

V. Eucaristía y Matrimonio

Eucaristía, sacramento esponsal
Eucaristía y unidad del matrimonio
Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio

Eucaristía y escatología

Eucaristía: don al hombre en camino
El banquete escatológico
Oración por los difuntos

Eucaristía y la Virgen María

SEGUNDA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAR

Lex orandi y lex credendi

Belleza y liturgia

La Celebración eucarística, obra del «Christus totus»

Christus totus in capite et in corpore
Eucaristía y Cristo resucitado

Ars celebrandi

El Obispo, liturgo por excelencia
Respeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de los signos
El arte al servicio de la celebración
El canto litúrgico

Estructura de la celebración eucarística

Unidad intrínseca de la acción litúrgica
Liturgia de la Palabra
Homilía
Presentación de las ofrendas
Plegaria eucarística
Rito de la paz
Distribución y recepción de la eucaristía
Despedida: « Ite, missa est »

Actuosa participatio

Auténtica participación
Participación y ministerio sacerdotal
Celebración eucarística e inculturación
Condiciones personales para una « actuosa participatio »
Participación de los cristianos no católicos
Participación a través de los medios de comunicación social
«Actuosa participatio» de los enfermos
Atención a los presos
Los emigrantes y su participación en la Eucaristía
Las grandes concelebraciones
Lengua latina
Celebraciones eucarísticas en pequeños grupos

La celebración participada interiormente

Catequesis mistagógica
Veneración de la Eucaristía

Adoración y piedad eucarística

Relación intrínseca entre celebración y adoración
Práctica de la adoración eucarística
Formas de devoción eucarística
Lugar del sagrario en la iglesia

TERCERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIR

Forma eucarística de la vida cristiana

El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)
Eficacia integradora del culto eucarístico
«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domingo
Vivir el precepto dominical
Sentido del descanso y del trabajo
Asambleas dominicales en ausencia de sacerdote
Una forma eucarística de la existencia cristiana, la pertenencia eclesial
Espiritualidad y cultura eucarística
Eucaristía y evangelización de las culturas
Eucaristía y fieles laicos
Eucaristía y espiritualidad sacerdotal
Eucaristía y vida consagrada
Eucaristía y transformación moral
Coherencia eucarística

Eucaristía, misterio que se ha de anunciar

Eucaristía y misión
Eucaristía y testimonio
Jesucristo, único Salvador
Libertad de culto

Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer al mundo

Eucaristía: pan partido para la vida del mundo
Implicaciones sociales del Misterio eucarístico
El alimento de la verdad y la indigencia del hombre
Doctrina social de la Iglesia
Santificación del mundo y salvaguardia de la creación [
Utilidad de un Compendio eucarístico

Conclusión


















jueves, 27 de mayo de 2021

¡JESUCRISTO, SUMO y ETERNO SACERDOTE !!!...




¡Hola, queridos hermanos!!!...

El 1º JUEVES después de Pentecostés, celebramos esta gran solemnidad de JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE...

Esta festividad no está en el Calendario de la Iglesia Universal, pero sí está extendida en muchas naciones. En muchas diócesis también se celebra la Jornada de Santificación por los sacerdotes.



SIGNIFICADO DE ESTA CELEBRACIÓN


  • Nos recuerda la santidad y belleza del sacerdocio de Jesucristo.
  • Anima a todos los sacerdotes, vivir ardientemente su ministerio sacerdotal.
  • Nos exhorta a cada uno de nosotros, a vivir con intensidad y fervientemente nuestro sacerdocio bautismal.
  • Debemos de amar y alabar el SACERDOCIO DE CRISTO.

RECORDAR
  •  Jesucristo, es el único Sumo y Eterno Sacerdote.
  • Que con su muerte en la Cruz, con su Resurrección y Ascensión nos ha abierto las PUERTAS DEL CIELO.
  • Ha instaurado una Nueva Alianza.
  • Es el MEDIADOR entre Dios y los hombres.
  • Y a través de su MEDIACIÓN SACERDOTAL interviene a nuestro favor ante Dios.
  • A través de nuestro BAUTISMO cada uno de nosotros se hace partícipe de este Sacerdocio de Cristo, así ofrecemos a Dios un SACRIFICIO ESPIRITUAL y damos TESTIMONIO de Jesucristo ante los hombres.
  • Su sacerdocio es eterno : 
  • Hebreos 5, 8-10 :
  • 8 Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer.
    9 De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,
    10 porque Dios lo proclamó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.




EN LA SAGRADA ESCRITURA


  • El término sacerdote no está adjudicado a los ministros en los evangelios, sino que hace referencia a Jesucristo y a todo el pueblo de Dios, unidos como sacerdocio real.
  • Pedro en su carta, lo confirma: 
  • 1 Pedro 2,9 : 
  • 9 Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz.




NUESTRO OFRECIMIENTO


  • A través de nuestro bautismo hemos sido configurados en Cristo cómo sacerdotes/reyes/profetas ( munis triade)
  • Somos "SACERDOTES" cuando, unidos a Él ofrecemos por impronta, por nuestra docilidad al Santo Espíritu de Dios, todo aquello que acontece en nuestros días, en nuestras vidas, en lo favorable y en lo adverso...lo elevamos como ofrenda a Dios Padre...es muy importante esto, ya que nuestras vidas deben de ser una constante ofrenda, elevación de aquello que acontece en nuestras cotidianidades.. así haremos de las cosa naturales, sobrenaturales para que todo sea para su mayor gloria, por los siglos de los siglos. Amén!!!...



EL OFRECIMIENTO DE NUESTROS HERMANOS SACERDOTES


  • Esta festividad está muy unida a nuestros hermanos sacerdotes ministros consagrados.
  • Es decir, a todos aquellos que tienen el sacramento del orden sacerdotal.
  • Es un día para orar por ellos, especialmente por su santidad de vida, para que vivan con alegría exuberante su consagración a Dios.
  • Pues ellos celebran lo más preciado que tenemos en nuestro mundo : LA SANTA MISA.
  • En este mundo necesitamos comer el Cuerpo de Cristo para vernos fortalecidos en la fe, pero cuándo venga por 2º vez y definitivamente ya no necesitaremos de la Santa misa, pues estaremos con él en visión beatífica por toda la eternidad.
  • Por ello, los sacerdotes unen al sacrificio de la Santa Misa, nuestras ofrendas, nuestros pecados...por ellos y por nosotros mismos, 
  • Todo va unido en el Sacrificio de Cristo que sube en oblación hacia Dios para la remisión de nuestras culpas y para nuestra santificación.



ORÍGEN HISTÓRICO DE LA FIESTA


  • En 1973, fue introducida en España.
  • El arzobispo de Valencia, José García Lahiguera (Fundador de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote) y la Madre María del Carmen Hidalgo Caviades, promovieron esta celebración.
  • En 1971, la Congregación para el Culto Divino aprobó los textos eucológicos elaborados por la fundación.
  • En 1972, la Conferencia Española aprueba los mismos.
  • En 1974, fue introducida en el Calendario Litúrgico.
  • En 1976, se agregan los textos a la Liturgia de las Horas.
  • Concluyendo, tiene textos propios tanto de la Santa Misa como en la Liturgia de la horas.




JUAN PABLO II Y LA ENCÍCLICA  "Ecclesia de Eucharistia"


  • San Juan Pablo II aquí nos recuerda que :“De este modo, Él, el sumo y eterno Sacerdote, entrando en el santuario eterno mediante la sangre de su Cruz, devuelve al Creador y Padre toda la creación redimida. Lo hace a través del ministerio sacerdotal de la Iglesia y para gloria de la Santísima Trinidad”.
  • Es decir Jesucristo, en un solo acto acto de alabanza reconduce todo lo creado por Dios Padre desde el Sacrificio de la Cruz, desde la Iglesia y para honra de la Santísima Trinidad.





TEXTOS PARA MEDITAR

LES DEJO ESTAS DOS LECTURAS DE LA LITURGIA DE LAS HORAS (L.HH), del día de la festividad... :




PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 4,14-5,10
JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

RESPONSORIO Flp 2, 8; Is 53, 7

V. Cristo se rebajó
R. Hasta someterse incluso a la muerte.
V. Maltratado, voluntariamente se humillaba.
R. Hasta someterse incluso a la muerte.






SEGUNDA LECTURA
De la carta encíclica Mediator Dei del papa Pío doce
(AAS 39 [1947], 552-553)
CRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA

Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador. Por esto, aquella frase del Apóstol: Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús, exige de todos los cristianos que, en la medida de las posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que tenía el divino Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo: disposiciones de una humilde sumisión, de adoración a la suprema majestad divina, de honor, alabanza y acción de gracias.
Les exige asimismo que asuman en cierto modo la condición de víctimas, que se nieguen a sí mismos, conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y libremente practiquen la penitencia, arrepintiéndose y expiando los pecados.
Exige finalmente que todos, unidos a Cristo, muramos místicamente en la cruz, de modo que podamos hacernos nuestra aquella sentencia de san Pablo: Estoy crucificado con Cristo.

RESPONSORIO Ga 2, 20

V. Vivo de la fe en el Hijo de Dios,
R. Que me amó hasta entregarse por mí.
V. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.




Queridos hermanos...



Oremos por los sacerdotes de todo el mundo y para que sus sacrificios sean siempre agradables a nuestro Dios y por la alegría de sus vidas, por los sacramentos.. y por la PRESENCIA EUCARÍSTICA que tenemos entre nosotros!!!...
que es el MISMO DIOS!!!
al cuál debemos de amar y adorar...










ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
(Diócesis de Salamanca)




Oh Jesús, Eterno Sacerdote!
guarda a tus sacerdotes al
abrigo de tu Corazón.
Guarda sin manchas
sus manos consagradas

que diariamente tocan
tu santo Cuerpo,
y limpios sus labios
teñidos con tu preciosa Sangre.

Guarda puros sus corazones,
marcados con el sello sublime
del Sacerdocio, y no permitas
que el espíritu del mundo
los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,
que tu santo Amor
los proteja de todo peligro.
Bendice sus trabajos
y que el fruto de sus desvelos
sea la salvación de muchas
almas, que serán su consuelo
aquí y su corona eterna.
Amén.











MEDITAMOS....


1. NADA TE TURBE 
Santa Teresa de Ávila



1. Nada te turbe, nada te espante
quien a Dios tiene nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante,
sólo Dios basta. 


* Todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.

* En Cristo mi confianza,
de Él sólo mi asimiento,
en sus cansancios mi aliento,
en su imitación mi holganza.

* Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.

Ya no durmáis, no durmáis,
pues que no hay paz en la tierra.
No haya ningún cobarde,
aventuremos la vida.

* No hay que temer, no durmáis,
aventuremos la vida.


1) Taizé
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2) Mons. Marco Frisina
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3) Hna. Glenda
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Italiano :

2. NIENTE TI TURBI


Niente ti turbi, 
niente ti spaventi: 
chi ha Dio niente gli manca. 
Niente ti turbi, 
niente ti spaventi: 
solo Dio basta.

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2) Mons. Marco Frisina
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3. GLORIA
Martín Valverde



Castellano :

GLORIA

GLORIA, GLORIA

GLORIA, GLORIA.
A Jesús, el Señor
Al Cordero de Dios
Al nombre sobre todo nombre
A Jesús, el Señor
Al Cordero de Dios
Al nombre sobre todo nombre




Português :

4. GLÓRIA


Glória, glória
Glória, glória

A Jesus, o Senhor
Ao Cordeiro de Deus
Ao Nome sobre todo nome
A Jesus, o Senhor
Ao Cordeiro de Deus
Ao Nome sobre todo nome









ALGUNAS HOMILÍAS PARA 
REFLEXIONAR... :