Queridos hermanos,
Cuando estemos en el Cielo, ya no tendremos la necesidad de la Eucaristía, pues veremos a Cristo tal y cómo es!!...
Veremos al Padre, conoceremos de otra forma la Presencia del Santo Espíritu de Dios...
Pero, por el momento nos encontramos aquí en nuestro amado mundo impregnado de una historia santa y pecadora, de una historia de amor y de una historia de violencia, de políticas expansionistas bélicas... que tanta pobreza han generado a lo largo de las distintas generaciones humanas...
Sin ambargo, nuestra humanidad subsiste y ha podido sobrevivir en el amor, un algo que los empujaba a ser solidarios, a buscar el bien común...aunque hayan sido minorías...
Esa minoría ha sido el fermento a lo largo de las distintas épocas de la historia...
Jesucristo, un día previo a su muerte...quiso tener una Última Cena con sus apóstoles...Él sabía muy bien que nos dejaba en un mundo muy árido, por ello, nos dice que debemos de comer y beber, de su cuerpo y de su sangre para tener Vida Eterna, para poder mantenernos en el bien, en este mundo. Y nos dice que reza por nosotros para que sepamos mantenernos en la unidad, en Él...
Veamos las citas bíblicas :
26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo».
27 Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella,
28 porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
29 Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre».
5 Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
6 Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
8 porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
10 Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
11 Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
12 Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
13 Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
14 Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
18 Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
19 Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
20 No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.
21 Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
23 –yo en ellos y tú en mí– para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.
24 Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.
26 Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos».
PARA CONCLUIR ...
Queridos hermanos, sólo su Cuerpo nos sotendrá en esta vida...
y cómo dice la fórmula del rito del matrimonio :
en lo favorable y en lo adverso...
en la salud y en la enfermedad...
hasta que la muerte nos separe...
¡Nuestras almas deben esperar al Esposo!!! (Jesús es el Esposo de cada una de nuestras almas)...
Adoremos y comamos de su sacratísimo Cuerpo...hasta cuándo Él venga a recogernos, es decir cuándo hayamos cumplido nuestra misión en este mundo controversial y sencillamente hermoso!!!...
Entonces, he elegido un documento pontificio muy interesante que les ayudará a comprender y vivir mejor el SACRAMENTO DEL AMOR, y precisamente, así se titula...
El Santo Espíritu de Dios insufle sobre cada uno de ustedes de tal forma que descubran día a día el gran amor que Dios nos tiene!!!...
Bella y santa lectura en honor del CORPUS DOMINI (Cuerpo del Señor)!!!...
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL
SACRAMENTUM CARITATIS
DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
AL EPISCOPADO, AL CLERO,
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
Y A LOS FIELES LAICOS
SOBRE LA EUCARISTÍA
FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA
Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA
INTRODUCCIÓN
1.Sacramento de la caridad[1], la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre.
1.Sacramento de la caridad[1], la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre.
En este admirable Sacramento se manifiesta el amor « más grande », aquel que impulsa a « dar la vida por los propios amigos » (cf. Jn 15,13).
En efecto, Jesús « los amó hasta el extremo » (Jn 13,1). Con esta expresión, el evangelista presenta el gesto de infinita humildad de Jesús: antes de morir por nosotros en la cruz, ciñéndose una toalla, lava los pies a sus discípulos.
Del mismo modo, en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos « hasta el extremo », hasta el don de su cuerpo y de su sangre.
¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena!
¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!
Alimento de la verdad
2. En el Sacramento del altar, el Señor viene al encuentro del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27), acompañándole en su camino.
En efecto, en este Sacramento el Señor se hace comida para el hombre hambriento de verdad y libertad. Puesto que sólo la verdad nos hace auténticamente libres (cf. Jn 8,36), Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad.
San Agustín, con un penetrante conocimiento de la realidad humana, puso de relieve cómo el hombre se mueve espontáneamente, y no por coacción, cuando se encuentra ante algo que lo atrae y le despierta el deseo.
Así pues, al preguntarse sobre lo que puede mover al hombre por encima de todo y en lo más íntimo, el santo obispo exclama: « ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad? »[2].
En efecto, todo hombre lleva en sí mismo el deseo indeleble de la verdad última y definitiva.
Por eso, el Señor Jesús, « el camino, la verdad y la vida » (Jn 14,6), se dirige al corazón anhelante del hombre, que se siente peregrino y sediento, al corazón que suspira por la fuente de la vida, al corazón que mendiga la Verdad.
En efecto, Jesucristo es la Verdad en Persona, que atrae el mundo hacia sí. « Jesús es la estrella polar de la libertad humana: sin él pierde su orientación, puesto que sin el conocimiento de la verdad, la libertad se desnaturaliza, se aísla y se reduce a arbitrio estéril.
Con él, la libertad se reencuentra »[3].
En particular, Jesús nos enseña en el sacramento de la Eucaristía la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios.
Ésta es la verdad evangélica que interesa a cada hombre y a todo el hombre. Por eso la Iglesia, cuyo centro vital es la Eucaristía, se compromete constantemente a anunciar a todos, « a tiempo y a destiempo » (2 Tm 4,2) que Dios es amor[4].
Precisamente porque Cristo se ha hecho por nosotros alimento de la Verdad, la Iglesia se dirige al hombre, invitándolo a acoger libremente el don de Dios.
Desarrollo del rito eucarístico
3. Al observar la historia bimilenaria de la Iglesia de Dios, guiada por la sabia acción del Espíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo las formas rituales con que conmemoramos el acontecimiento de nuestra salvación.
Desde las diversas modalidades de los primeros siglos, que resplandecen aún en los ritos de las antiguas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del rito romano; desde las indicaciones claras del Concilio de Trento y del Misal de san Pío V hasta la renovación litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II: en cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme.
La XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada del 2 al 23 de octubre de 2005 en el Vaticano, ha manifestado un profundo agradecimiento a Dios por esta historia, reconociendo en ella la guía del Espíritu Santo.
En particular, los Padres sinodales han constatado y reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II[5].
El Sínodo de los Obispos ha tenido la posibilidad de valorar cómo ha sido su recepción después de la cumbre conciliar. Los juicios positivos han sido muy numerosos. Se han constatado también las dificultades y algunos abusos cometidos, pero que no oscurecen el valor y la validez de la renovación litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo.
En concreto, se trata de leer los cambios indicados por el Concilio dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas[6].
Sínodo de los Obispos y Año de la Eucaristía
4. Además, se ha de poner de relieve la relación del reciente Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía con lo ocurrido en los últimos años en la vida de la Iglesia.
Ante todo, hemos de pensar en el Gran Jubileo de 2000, con el cual mi querido Predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, ha introducido la Iglesia en el tercer milenio cristiano. El Año Jubilar se ha caracterizado indudablemente por un fuerte sentido eucarístico.
No se puede olvidar que el Sínodo de los Obispos ha estado precedido, y en cierto sentido también preparado, por el Año de la Eucaristía, establecido con gran amplitud de miras por Juan Pablo II para toda la Iglesia.
Dicho Año, iniciado con el Congreso Eucarístico Internacional de Guadalajara (México), en octubre de 2004, se concluyó el 23 de octubre de 2005, al final de la XI Asamblea Sinodal, con la canonización de cinco Beatos que se han distinguido especialmente por la piedad eucarística: el Obispo Józef Bilczewski,
los presbíteros Cayetano Catanoso,
Segismundo Gorazdowski,
Alberto Hurtado Cruchaga
y el religioso capuchino Félix de Nicosia.
Gracias a las enseñanzas expuestas por Juan Pablo II en la Carta apostólica Mane nobiscum Domine[7], y a las valiosas sugerencias de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos[8], las diócesis y las diversas entidades eclesiales han emprendido numerosas iniciativas para despertar y acrecentar en los creyentes la fe eucarística, para mejorar la dignidad de las celebraciones y promover la adoración eucarística, así como para animar una solidaridad efectiva que, partiendo de la Eucaristía, llegara a los pobres.
Finalmente, es necesario mencionar la importancia de la última Encíclica de mi venerado Predecesor, Ecclesia de Eucharistia[9], con la que nos ha dejado una segura referencia magisterial sobre la doctrina eucarística y un último testimonio del lugar central que este divino Sacramento tenía en su vida.
Objeto de la presente Exhortación
5. Esta Exhortación apostólica postsinodal se propone retomar la riqueza multiforme de reflexiones y propuestas surgidas en la reciente Asamblea General del Sínodo de los Obispos —desde los Lineamenta hasta las Propositiones, incluyendo el Instrumentum laboris, las Relationes ante et post disceptationem, las intervenciones de los Padres sinodales, de los auditores y de los hermanos delegados—, con la intención de explicitar algunas líneas fundamentales de acción orientadas a suscitar en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la Eucaristía.
5. Esta Exhortación apostólica postsinodal se propone retomar la riqueza multiforme de reflexiones y propuestas surgidas en la reciente Asamblea General del Sínodo de los Obispos —desde los Lineamenta hasta las Propositiones, incluyendo el Instrumentum laboris, las Relationes ante et post disceptationem, las intervenciones de los Padres sinodales, de los auditores y de los hermanos delegados—, con la intención de explicitar algunas líneas fundamentales de acción orientadas a suscitar en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la Eucaristía.
Consciente del vasto patrimonio doctrinal y disciplinar acumulado a través de los siglos sobre este Sacramento[10], en el presente documento deseo sobre todo recomendar, teniendo en cuenta el voto de los Padres sinodales[11], que el pueblo cristiano profundice en la relación entre el Misterio eucarístico, el acto litúrgico y el nuevo culto espiritual que se deriva de la Eucaristía como sacramento de la caridad.
En esta perspectiva, deseo relacionar la presente Exhortación con mi primera Carta encíclica Deus caritas est, en la que he hablado varias veces del sacramento de la Eucaristía para subrayar su relación con el amor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo: « el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí.
Se entiende, pues, que el agapé se haya convertido también en un nombre de la Eucaristía: en ella el agapé de Dios nos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por nosotros »[12].
ÍNDICE
Introducción
Alimento de la verdad
Desarrollo del rito eucarístico
Sínodo de los Obispos y Año de la Eucaristía
Objeto de la presente Exhortación
PRIMERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER
La fe eucarística de la Iglesia
Santísima Trinidad y Eucaristía
El pan que baja del cielo
Don gratuito de la Santísima Trinidad
Eucaristía: Jesús, el verdadero Cordero inmolado
La nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero
Institución de la Eucaristía
Figura transit in veritatem
El Espíritu Santo y la Eucaristía
Jesús y el Espíritu Santo
Espíritu Santo y Celebración eucarística
Eucaristía e Iglesia
Eucaristía, principio causal de la Iglesia
Eucaristía y comunión eclesial
Eucaristía y Sacramentos
Sacramentalidad de la Iglesia
I. Eucaristía e iniciación cristiana
Eucaristía, plenitud de la iniciación cristiana
Orden de los sacramentos de la iniciación
Iniciación, comunidad eclesial y familia
II. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación
Su relación intrínseca
Algunas observaciones pastorales
III. Eucaristía y Unción de los enfermos
IV. Eucaristía y sacramento del Orden
In persona Christi capitis
Eucaristía y celibato sacerdotal
Escasez de clero y pastoral vocacional
Gratitud y esperanza
V. Eucaristía y Matrimonio
Eucaristía, sacramento esponsal
Eucaristía y unidad del matrimonio
Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio
Eucaristía y escatología
Eucaristía: don al hombre en camino
El banquete escatológico
Oración por los difuntos
Eucaristía y la Virgen María
SEGUNDA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAR
Lex orandi y lex credendi
Belleza y liturgia
La Celebración eucarística, obra del «Christus totus»
Christus totus in capite et in corpore
Eucaristía y Cristo resucitado
Ars celebrandi
El Obispo, liturgo por excelencia
Respeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de los signos
El arte al servicio de la celebración
El canto litúrgico
Estructura de la celebración eucarística
Unidad intrínseca de la acción litúrgica
Liturgia de la Palabra
Homilía
Presentación de las ofrendas
Plegaria eucarística
Rito de la paz
Distribución y recepción de la eucaristía
Despedida: « Ite, missa est »
Actuosa participatio
Auténtica participación
Participación y ministerio sacerdotal
Celebración eucarística e inculturación
Condiciones personales para una « actuosa participatio »
Participación de los cristianos no católicos
Participación a través de los medios de comunicación social
«Actuosa participatio» de los enfermos
Atención a los presos
Los emigrantes y su participación en la Eucaristía
Las grandes concelebraciones
Lengua latina
Celebraciones eucarísticas en pequeños grupos
La celebración participada interiormente
Catequesis mistagógica
Veneración de la Eucaristía
Adoración y piedad eucarística
Relación intrínseca entre celebración y adoración
Práctica de la adoración eucarística
Formas de devoción eucarística
Lugar del sagrario en la iglesia
TERCERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIR
Forma eucarística de la vida cristiana
El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)
Eficacia integradora del culto eucarístico
«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domingo
Vivir el precepto dominical
Sentido del descanso y del trabajo
Asambleas dominicales en ausencia de sacerdote
Una forma eucarística de la existencia cristiana, la pertenencia eclesial
Espiritualidad y cultura eucarística
Eucaristía y evangelización de las culturas
Eucaristía y fieles laicos
Eucaristía y espiritualidad sacerdotal
Eucaristía y vida consagrada
Eucaristía y transformación moral
Coherencia eucarística
Eucaristía, misterio que se ha de anunciar
Eucaristía y misión
Eucaristía y testimonio
Jesucristo, único Salvador
Libertad de culto
Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer al mundo
Eucaristía: pan partido para la vida del mundo
Implicaciones sociales del Misterio eucarístico
El alimento de la verdad y la indigencia del hombre
Doctrina social de la Iglesia
Santificación del mundo y salvaguardia de la creación [
Utilidad de un Compendio eucarístico
Conclusión
FUENTE :
ÍNDICE
Introducción
Alimento de la verdad
Desarrollo del rito eucarístico
Sínodo de los Obispos y Año de la Eucaristía
Objeto de la presente Exhortación
PRIMERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CREER
La fe eucarística de la Iglesia
Santísima Trinidad y Eucaristía
El pan que baja del cielo
Don gratuito de la Santísima Trinidad
Eucaristía: Jesús, el verdadero Cordero inmolado
La nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero
Institución de la Eucaristía
Figura transit in veritatem
El Espíritu Santo y la Eucaristía
Jesús y el Espíritu Santo
Espíritu Santo y Celebración eucarística
Eucaristía e Iglesia
Eucaristía, principio causal de la Iglesia
Eucaristía y comunión eclesial
Eucaristía y Sacramentos
Sacramentalidad de la Iglesia
I. Eucaristía e iniciación cristiana
Eucaristía, plenitud de la iniciación cristiana
Orden de los sacramentos de la iniciación
Iniciación, comunidad eclesial y familia
II. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación
Su relación intrínseca
Algunas observaciones pastorales
III. Eucaristía y Unción de los enfermos
IV. Eucaristía y sacramento del Orden
In persona Christi capitis
Eucaristía y celibato sacerdotal
Escasez de clero y pastoral vocacional
Gratitud y esperanza
V. Eucaristía y Matrimonio
Eucaristía, sacramento esponsal
Eucaristía y unidad del matrimonio
Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio
Eucaristía y escatología
Eucaristía: don al hombre en camino
El banquete escatológico
Oración por los difuntos
Eucaristía y la Virgen María
SEGUNDA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE CELEBRAR
Lex orandi y lex credendi
Belleza y liturgia
La Celebración eucarística, obra del «Christus totus»
Christus totus in capite et in corpore
Eucaristía y Cristo resucitado
Ars celebrandi
El Obispo, liturgo por excelencia
Respeto de los libros litúrgicos y de la riqueza de los signos
El arte al servicio de la celebración
El canto litúrgico
Estructura de la celebración eucarística
Unidad intrínseca de la acción litúrgica
Liturgia de la Palabra
Homilía
Presentación de las ofrendas
Plegaria eucarística
Rito de la paz
Distribución y recepción de la eucaristía
Despedida: « Ite, missa est »
Actuosa participatio
Auténtica participación
Participación y ministerio sacerdotal
Celebración eucarística e inculturación
Condiciones personales para una « actuosa participatio »
Participación de los cristianos no católicos
Participación a través de los medios de comunicación social
«Actuosa participatio» de los enfermos
Atención a los presos
Los emigrantes y su participación en la Eucaristía
Las grandes concelebraciones
Lengua latina
Celebraciones eucarísticas en pequeños grupos
La celebración participada interiormente
Catequesis mistagógica
Veneración de la Eucaristía
Adoración y piedad eucarística
Relación intrínseca entre celebración y adoración
Práctica de la adoración eucarística
Formas de devoción eucarística
Lugar del sagrario en la iglesia
TERCERA PARTE
EUCARISTÍA, MISTERIO QUE SE HA DE VIVIR
Forma eucarística de la vida cristiana
El culto espiritual – logiké latreía (Rm 12,1)
Eficacia integradora del culto eucarístico
«Iuxta dominicam viventes» – Vivir según el domingo
Vivir el precepto dominical
Sentido del descanso y del trabajo
Asambleas dominicales en ausencia de sacerdote
Una forma eucarística de la existencia cristiana, la pertenencia eclesial
Espiritualidad y cultura eucarística
Eucaristía y evangelización de las culturas
Eucaristía y fieles laicos
Eucaristía y espiritualidad sacerdotal
Eucaristía y vida consagrada
Eucaristía y transformación moral
Coherencia eucarística
Eucaristía, misterio que se ha de anunciar
Eucaristía y misión
Eucaristía y testimonio
Jesucristo, único Salvador
Libertad de culto
Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer al mundo
Eucaristía: pan partido para la vida del mundo
Implicaciones sociales del Misterio eucarístico
El alimento de la verdad y la indigencia del hombre
Doctrina social de la Iglesia
Santificación del mundo y salvaguardia de la creación [
Utilidad de un Compendio eucarístico
Conclusión
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